Kayla Mueller, víctima de Daesh: ‘Dios me abraza en esta caída libre’
La joven cooperante estadounidense Kayla Mueller murió tras 18 meses secuestrada por Daesh en Siria. La prisión fue para ella una experiencia de “literalmente rendirse a Dios”.
FUENTES Christian Post
Daesh (autoproclamado Estado Islámico) confirmó la muerte de Mueller a principios de febrero de este año. Según informó entonces, la cooperante norteamericana había perdido la vida por un bombardeo de la aviación jordana, que colabora junto a Estados Unidos en la coalición militar creada para combatir el terrorismo yihadista; y que se había “casado” con uno de los líderes yihadistas. Algo que fue desmentido por el propio Obama.
La familia de Mueller ha informado ahora que funcionarios del Gobierno les han confirmado que su hija, que tenía 26 años, fue torturada y víctima de reiteradas agresiones sexuales por parte del líder de Estado Islámico. «Se nos dijo que Kayla fue torturada y que era «propiedad» de Al Baghdadi», han explicado los padres de Kayla, Carl y Marsha Mueller.
Según las mismas fuentes, Al Baghdadi llevó personalmente a la trabajadora de ayuda humanitaria secuestrada a la casa de Abu Sayyaf, un tunecino que se encuentra a cargo de los ingresos del grupo yihadista derivados del petróleo y del gas. El líder terrorista visitó regularmente la casa de Sayyaf y agredió sexualmente en varias ocasiones a Mueller.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo que Mueller se sirvió de las “libertades” para mejorar la vida de otras personas, y que ha dejado un “legado” que perdura e “inspira” a quienes “luchan, cada uno a su manera, por lo que es justo y decente”.
Pero parte esencial de ese legado, además de una inmensa y generosa labor humanitaria por todo el mundo, es que Kayla se entregó (“se rindió totalmente”) a Dios durante el cautiverio, encontrando descanso y libertad en una profunda fe.
LA FE DE KAYLA
La importancia de la trascendencia en la vida de Mueller ya quedó patente en una entrevista de 2013 con el Prescott Daily Courier, un periódico de su ciudad natal de Prescott, Arizona: "Me parece ver a Dios en la mirada de los ojos sufrientes que se reflejan en la mía, si es así como se revela a mí, así es como yo quiero siempre buscarle."
Una carta que escribió a sus padres con fecha de 1 febrero de 2014, poco antes de su muerte, fue enviada a través de una compañera de Médicos Sin Fronteras, burlando a sus secuestradores. Les llegó en marzo. En ella, Kayla quería quitar preocupación a sus padres por su situación y les pedía que no negociaran para su liberación.
Pero lo impresionante es su firme mensaje de fe : "Recuerdo que mamá siempre me decía que en todo, al final, el único que realmente tienes es a Dios. Me han llevado a un lugar donde mi experiencia, en el sentido literal de la palabra, es que me he rendido a nuestro Creador (…), no hay otra cosa (…) Gracias a Dios y a sus oraciones me he sentido tiernamente abrazada en esta caída libre”.
"Se me ha mostrado, en la oscuridad, la luz (..) he aprendido que incluso en la cárcel uno puede ser libre. Estoy agradecida. He llegado a ver lo bueno que puede existir en cada situación, a veces sólo tenemos que buscar"
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