jueves, 20 de agosto de 2015

Islam: La religión como atajo para el comercio sexual y la violación de niñas

Islam: La religión como atajo para el comercio sexual y la violación de niñas
El rostro real del ISIS en Siria e Irak . La banda ha hecho un culto pervertido del secuestro de nenas y mujeres a las que violan y venden como esclavas. Argumentan que su religión se los permite. Impactante y detallada investigación en el norte de Irak.
Victima. Esta chica de 19 años fue una de las cientos de esclavas sexuales en manos del ISIS. The New York Times
Momentos antes de violar a la niña de 12 años, el combatiente del ISIS se dio tiempo para explicarle que lo que estaba a punto de hacer no era un pecado. Como la preadolescente practicaba una religión que no era el islam, el Corán no sólo le daba el derecho a violarla sino que lo aprobaba y lo alentaba, insistió.
Le ató las manos y la amordazó. Luego se arrodilló junto a la cama y se prosternó para orar antes de tenderse sobre ella. Cuando hubo terminado, volvió a arrodillarse para rezar, encerrando la violación entre dos actos de devoción religiosa.
“Yo le decía una y otra vez que me dolía, que por favor parara”, contó la chica. “Me dijo que, según el islam, le está permitido violar a una infiel. Dijo que, al violarme, se acercaba a Dios”, relató junto a su familia en un campo de refugiados de Qadiya donde escapó tras 11 meses de cautiverio.
La violación sistemática de mujeres y niñas de la minoría religiosa yazidí es algo que se ha entrelazado con el ISIS en el año que pasó desde que el grupo anunció que volvería a instaurar la esclavitud como institución. Las entrevistas con 21 mujeres y niñas que hace poco escaparon de esa banda terrorista, así como el análisis de las comunicaciones de la agrupación, muestran que esta práctica ha sido consagrada como parte de sus principios fundamentales.
La trata de mujeres y niñas yazidíes (preislámicos de origen kurdo) creó una infraestructura organizada, con una red de depósitos donde se encierra a las víctimas, salas de exposición donde son revisadas y vendidas y una flota de ómnibus destinados a transportarlas.
Un total de 5.270 de mujeres de esa etnia fueron secuestradas el año pasado y por lo menos 3.144 siguen prisioneras, según los líderes comunitarios. Para comerciar con ellas, la banda ha creado una detallada burocracia de esclavitud sexual que incluye contratos de venta autenticados por los tribunales islámicos que manejan ellos mismos. La práctica se ha convertido en una herramienta de reclutamiento para atraer a los hombres de sociedades musulmanas profundamente conservadoras, donde el sexo casual es tabú y salir con mujeres está prohibido.
Memos internos sobre políticas y discusiones teológicas fijan pautas para la esclavitud, incluido un largo manual emitido el mes pasado por el Departamento de Investigación y Fatwa del ISIS. La dirigencia del grupo pone el acento en una lectura estricta y selectiva del Corán no sólo para justificar la violencia. También para celebrar cada agresión sexual como espiritualmente beneficiosa e incluso virtuosa.
“Cada vez que venía a violarme, oraba”, contó F, una niña de 15 años que fue capturada en el monte Sinjar hace un año y fue vendida a un combatiente iraquí de unos 20 años. Al igual que otras entrevistadas por The New York Times, sólo quería que la identificaran por su inicial por la vergüenza que se asocia a la violación. “Me decía que esto era ibadah”, dijo, utilizando el término de las escrituras islámicas que significa culto.
“Dijo que violarme es su plegaria a Dios. Yo le dije: ‘Lo que me haces está mal y no te acercará a Dios’. Y él contestó: ‘No, está permitido’”, contó la adolescente, que escapó en abril con ayuda de contrabandistas después de permanecer esclavizada casi nueve meses. La implantación formal de la esclavitud sexual por el ISIS data del 3 de agosto de 2014, cuando los combatientes invadieron las aldeas del flanco sur del monte Sinjar, un escarpado macizo de piedra color pardo del norte de Irak. Sus valles y quebradas son la morada de los yazidíes, una diminuta minoría religiosa que representa menos del 1,5% de la población de Irak.
La ofensiva contra la montaña se produjo dos meses después de la caída de Mosul, segunda ciudad de Irak en tamaño. El objetivo no fue sólo extender territorio. Los sobrevivientes dicen que de una aldea a otra, los hombres y los niños más grandes fueron separados y llevados a campos donde los ametrallaron. Las mujeres y las adolescentes fueron, en cambio, secuestradas. “La ofensiva contra la montaña fue una conquista sexual tanto como territorial”, dijo Matthew Barber, de la Universidad de Chicago.
F, de 15 años, dijo que los 9 integrantes de su familia intentaban huir cuando su viejo Opel se recalentó. Ella, su madre y sus hermanas de 14, 7 y 4 años estaban paradas junto al auto, indefensas, cuando un convoy de combatientes las rodeó. “Inmediatamente los soldados separaron a los hombres de las mujeres”, contó. Ella, su madre y sus hermanas fueron transportadas en camiones hasta una ciudad del monte Sinjar. “Allí me separaron de mi madre. Las jóvenes solteras fueron obligadas a subir a unos ómnibus”.
En los buses había tantas mujeres y chicas yazidíes que se vieron obligadas a sentarse en la falda de otras de ellas. Cuando arrancó se dieron cuenta de que las ventanas estaban tapadas con cortinas aparentemente porque las mujeres no llevaban burdas o paños en sus cabezas. El relato de F se repite en el caso de una docena de mujeres jóvenes y víctimas que fueron entrevistadas para esta nota. La chica añadió que tras 6 horas llegaron a Mosul, en donde las apiñaron en un salón y en escuelas y edificios municipales también de ciudades cercanas.
Estuvieron incomunicadas, algunas durante días y otras por meses. Luego fueron llevadas en grupos más pequeños a Siria u otros lugares del interior de Irak, donde fueron vendidas con fines sexuales. “Estuvo todo 100% planeado”, dijo Khider Domle, un activista de la comunidad yazidí que mantiene una base de datos de las víctimas. “Hablé por teléfono con la primera familia que llegó a la Dirección de la Juventud en Mosul, y la sala ya estaba preparada para ellas. Tenían colchones, platos y utensilios, alimentos y agua para cientos de personas”. Informes elaborados por Human Rights Watch y Amnistía Internacional llegan a las mismas conclusiones.
Las jóvenes contaron cómo tres milicianos del ISIS con un registro en mano les pidieron su primer y segundo nombre, apellido, edad, ciudad de origen, y si eran casadas y en tal caso si tenían hijos. Durante dos meses, se mantuvo a F en el salón de Mosul. “Se reían y se burlaban de nosotras diciéndonos ‘ustedes son nuestras sabana’. Yo no sabía lo que significaba esa palabra”. El líder local del ISIS le explicó que significaba esclava.
Esclavitud sexual y violaciones, las prácticas perversas del ISIS
La banda terrorista ultraislámica. El grupo integrista hizo del comercio de esclavas una de sus actividades. Lo denunciaron niñas y adultas recién liberadas.
Un objetivo. Aishan, una joven de Sinyar, la ciudad arrasada por los terroristas del ISIS. The New York Times
De la misma manera que algunos pasajes específicos de la Biblia se usaron siglos atrás para apoyar el comercio de esclavos en EE.UU., el ISIS cita historias o versos específicos del Corán o de la Suna (tradiciones basadas en dichos y escrituras del profeta Mahoma) como coartada para justificar el tráfico humano, dicen los expertos.
“Hay muchas escrituras que aprueban la esclavitud”, afirma Cole Bunzel, profesor de teología islámica de la Universidad de Princeton, autor de una monografía de la Brookings Institution acerca de la ideología del Estado Islámico. “Se puede argumentar que ya cayó en desuso. El ISIS dirá que esas instituciones necesitan revivirse porque eso es lo que hicieron el Profeta y sus compañeros”.
La propia banda terrorista informó en su revista de Internet que su campaña de esclavizar a mujeres y chicas yazidíes había sido planeada en detalle. “Previo a la toma de Sinyar, se les encargó a estudiantes de la sharía del ISIS que investigaran a los yazidíes”, decía el artículo en inglés titulado “Resurgimiento temprano de la esclavitud”, que apareció en la entrega de octubre de la publicación Dabiq de la organización. El artículo ponía en claro que las minorías de los yazidíes no tenían la posibilidad de pagar un impuesto conocido como jizya para ser liberados, “a diferencia de los judíos y los cristianos.”
“Después de la captura, las mujeres y los niños yazidíes fueron repartidos de acuerdo con la sharía o ley musulmana entre los combatientes del ISIS que participaron en Sinyar, luego de que una quinta parte de los esclavos se transfiriese a la autoridad de la organización para ser distribuidos como botín de guerra”, según el artículo.
Las mujeres y las chicas más jóvenes fueron compradas en las primeras semanas posteriores a su captura. Otras —especialmente las mujeres mayores casadas— describieron cómo las trasladaban de un lugar a otro, pasando meses en centros de detención, hasta que un comprador potencial hacía una oferta por ellas. Los secuestradores parecían tener un sistema organizado, con su propia metodología para inventariar a las mujeres, así como con su propio léxico. Se referían a las mujeres y a las niñas como “sabaya,” (esclava) seguido del nombre. A algunas las compraban comerciantes mayoristas, quienes las fotografiaban y les daban números para anunciarlas a otros compradores potenciales.
Osman Hassan Alí, un hombre de negocios yazidí que ha salvado a numerosas mujeres yazidíes, dijo que se presentó como comprador para que le enviasen las fotografías. Compartió una docena de imágenes, cada una de ellas mostrando a una mujer yazidí sentada desnuda en el sofá de una habitación, mirando la cámara con expresión seria y vacía. En el margen de la fotografía estaba escrito en árabe “Sabaya No. 1”, “Sabaya No. 2”, etcétera. A veces, los edificios donde se retenía a las mujeres incluían una sala para que se las observara.
“Cuando nos metían en el edificio decían que habíamos llegado al ‘Mercado Sabaya’ ”, dijo una de las víctimas de sólo 19 años, cuya inicial es “I”. “Me di cuenta de que en ese momento estábamos en un mercado de esclavas.” “I” calculó que había al menos otras 500 chicas y mujeres solteras en ese edificio de varios pisos, la menor de ellas de 11 años. Cuando llegaron los compradores, llevaron a las chicas una por una a una habitación separada. “Los emires estaban sentados contra la pared y nos llamaban por el nombre. Teníamos que sentarnos en una silla frente a ellos. Tenías que mirarlos y, antes de entrar, nos sacaban los pañuelos y cualquier otra cosa que pudiéramos usar para cubrirnos”, agregó. “Cuando llegó mi turno me hicieron parar cuatro veces y darme vuelta”.
A las cautivas también se las obligaba a contestar preguntas íntimas, incluyendo la fecha de su último ciclo menstrual. Todas comprendieron que los secuestradores intentaban ver si estaban embarazadas, debido a una regla islámica que establece que un hombre no puede mantener relaciones sexuales con su esclava si está embarazada.
El uso de esclavas sexuales por el ISIS sorprendió incluso a los más fervientes partidarios de la banda, muchos de los cuales discutieron online con periodistas al conocerse los primeros informes que hablaban de violaciones sistemáticas. La dirección del grupo buscó justificar esta práctica ante su audiencia interna repetidamente.
Algunas mujeres que consiguieron escapar describen la intrincada burocracia que rodeaba su cautiverio, con su condición de esclavas registrada en un contrato. Cuando su propietario las vendía a otro comprador, se redactaba un nuevo contrato, como si se transfiriese un título de propiedad. Al mismo tiempo, las esclavas también pueden ser liberadas y a los guerreros se les promete una recompensa celestial por hacerlo. Aunque es algo poco habitual, esto ha creado una vía de escape para las víctimas.
Una mujer de 25 años que pudo huir, identificada por su inicial “A”, contó que un día su dueño libio le entregó una hoja de papel plastificada. Le explicó que había completado su entrenamiento como terrorista suicida, que estaba planeando volarse por los aires y, por lo tanto, le concedía la libertad. Con el título de “Certificado de Emancipación”, el documento estaba firmado por un juez del ISIS. La mujer lo presentó en los puestos de control cuando dejó Siria para regresar a Irak, donde se reunió con los suyos.
El ISIS también determinó hace poco que está permitido mantener relaciones sexuales con mujeres cristianas y judías capturadas en el campo de batalla, según un nuevo manual de 34 páginas publicado este verano por el grupo. Casi la única prohibición es tener sexo con una esclava embarazada, y el manual describe que un dueño debe esperar a que una cautiva tenga su ciclo menstrual para “estar seguro de que no hay nada en su vientre”, antes de mantener relaciones sexuales con ella. De las 21 entrevistadas para este artículo, entre las únicas que no habían sido violadas se encontraban las mujeres que ya estaban embarazadas en el momento de ser capturadas, así como aquellas que hacía tiempo habían entrado en la menopausia.
Aparte de eso, parece no existir límites para lo que es sexualmente admisible. La violación infantil no está prohibida: “Está permitido tener relaciones sexuales con la esclava que no haya alcanzado la pubertad si es apta para el coito,” según la traducción de un panfleto publicado en Twitter en diciembre pasado realizada por el Instituto de Investigación de Medios de Comunicación de Medio Oriente.
Una yazidí de 34 años, comprada y violada repetidas veces por un combatiente en la ciudad siria de Al Shadadi, describió cuánto mejor le iba que a la segunda esclava de la casa, una chica de 12 años que fue violada sin parar durante días a pesar de sus abundantes hemorragias. “Le destruyó el cuerpo. Estaba infectada seriamente. El combatiente venía y me preguntaba una y otra vez ‘¿Por qué huele así de mal?’ Y yo le decía que la chica tenía una infección interna, que tenía que cuidarla”, comentó la mujer. Inmutable, él hacía caso omiso de la agonía de la muchachita y seguía adelante con el ritual de rezar antes y después de violarla.
“Le dije ‘es apenas una chiquilina’”, recordó la mujer. “Y él contestó: ‘No. No es una chiquilina. Es una esclava. Y sabe fornicar perfectamente.’ ’ “Y fornicar con ella le gusta a Dios”, dijo.
Fuente: El Clarín

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