DESINTEGRACIÓN FAMILIAR: SEÑAL OLVIDADA DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
En medio de los acontecimientos globales que de alguna manera hacen pensar que, como dice la gente: “el fin está cerca” (y ciertamente son tiempos finales), como lo son los terremotos, cambios climáticos y desastres naturales en general; guerras y rumores de guerras, conflictos en Medio Oriente, el cumplimiento de la profecía de la soledad de Damasco con los refugiados sirios; el retorno de miles de judíos hacia Israel, la cercana reconstrucción del Tercer Templo en Jerusalén; la cosmovisión de un mundo donde se abolen roles de género, la aceptación de la homosexualidad y demás perversiones sexuales, existe una señal olvidada y silenciosa de los tiempos proféticos: la desintegración de la familia.
El pasaje de Mateo 24:12, muy a pesar que el contexto de la mayor parte del capítulo trata acerca de la Gran Tribulación y la Segunda Venida, y de que el versículo puede referirse a “muchos enfriamientos” o del enfriamiento de cualquier “tipo de amor” o del amor en general, ciertamente la familia no debe ser dejada por fuera de este tema.
La familia, en su concepto básico en la sociología, se define como el núcleo de la sociedad. Ahora bien, el Señor en su Palabra nos hace entender cuán importante es esta estructura humana:
Esta es la voluntad de Dios, la primera institución creada, el fundamento de la especie humana y la cual ha perdurado en el tiempo; sobrevivió al diluvio, a esclavitud, a guerras, a catástrofes, con las variantes de cada cultura, pero aún con todo esto, siempre fue de esta manera: un esposo y padre líder, una esposa y madre amorosa, e hijos obedientes.
Sin embargo, desde comienzos del presente siglo, esta organización de la voluntad divina ha comenzado a decaer de manera sorprendente e incluso intenta ser destruida por diversos movimientos, entre esos el movimiento homosexual, tal como lo admitió la activista gay Masha Gessen en alguna oportunidad: “el objetivo real del activismo gay es la destrucción del matrimonio”. ¿Queremos más pruebas?
Aunado a esto, las enemistades familiares, la desunión, la pérdida del calor entre parientes, el abrumador porcentaje de divorcios por matrimonio (que por cierto, aumentó un 7,2 % a nivel mundial en el 2014, según El Mundo España) y la desobediencia de los hijos.
En otros tiempos, como decía la generación de 1940-50: “si no sirve, se arregla, no se bota”. Ahora, sólo por “incompatibilidad sexual” o por no bajar la tapa del inodoro, miles de divorcios y por ende familias son divididas cada año en todo el planeta. Anteriormente, un hijo era obediente, papá y mamá eran símbolos de respeto, admiración y la meta del hombre y mujer a copiar en la adultez; ahora un hijo golpea a su madre y una hija desafía a su padre a salir con vestimenta indecorosa, a pesar que se lo prohibe. Por su parte, los padres por estar pendientes excesivamente de su trabajo, del dinero, de ascender, de comprar, vender, hacer y deshacer, sus hijos son criados por quién sabe quiénes ¿HABÍA SUCEDIDO ESTO ANTES EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD, CON TAN ALTA FRECUENCIA COMO AHORA?
Pero lo más grave no es esto, sino que
Dios no está en ninguna parte. En tiempos pasados, las familias se reunían a orar, a leer y a hablar acerca de Dios, de su temor y de la moral basada en las Escrituras, en algunas más y en otras menos, algunas familias quizás eran católicas, otras protestantes, pero era una hermosa costumbre. Ahora los niños no saben qué es todo esto de orar, mejor dicho, no conocen a quienes dirigir peticiones porque la negligencia de sus padres no les ha permitido conocer del Dios vivo.
Y así, progresivamente la maldad irá aumentando hasta que ya la familia sea un cero a la izquierda y pase a ser un simple vínculo biológico y jurídico, sin remotos recuerdos e indicios de lo que fue alguna vez: la más hermosa creación de Dios.
Pero esto no acaba aquí, esto sólo es un principio de lo que vendrá, tiempos de mayor tribulación, lloro y crujir de dientes. El Señor viene pronto por su Iglesia, por tal razón, hermanos, amigos que leen, salgamos a predicar su verdad y la voluntad de Dios para las familias, aprovechemos estos tiempos para alumbrar con nuestro hogar en medio de las tinieblas, para que cuando venga el Rey de Reyes, nos encuentre haciendo así.
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